About

lunes, 9 de junio de 2014

La ciudad, los perros y el hortelano

Un lustro después de la matanza de Bagua.
La tragedia de Bagua en la que el 5 de junio de 2009 murieron 34 personas podrá tener varias responsabilidades específicas que, un lustro después, la justicia aún no determina, pero la culpa de fondo corresponde a una ‘clase’ política bien establecida en la capital que actúa con indolencia, arrogancia y pensando que en este país hay ciudadanos de primera y pobladores de segunda.
A pesar de que el reclamo en la Amazonía contra la legislación vinculada al tratado de libre comercio con Estados Unidos ya tenía bastante tiempo, con toma de carreteras y protestas desde dos meses atrás, en Lima todo ese ‘ruido’ se escuchaba como el rebote de un eco lejano que, en todo caso, era interpretado, con desprecio, como expresiones provenientes de una especie de ‘Chuncholandia’ aferrada al atraso por el apego a sus costumbres y tradiciones.
Hasta que en la mañana del 5 de junio la Curva del Diablo se convirtió en un escenario de confusión y sangre en el que la indignación incubada en la Amazonía durante muchos meses, colisionó con un operativo policial negligente.
En ese tiempo yo trabajaba todas las mañanas en el programa Ampliación de Noticias de RPP, junto con Raúl Vargas y Patricia del Río, y aún recuerdo las voces desesperadas que llegaban desde Bagua con el fondo de balazos y explosiones que, unas horas después, se supo que habían dejado el saldo terrible de 24 policías y diez nativos amazónicos muertos, y más de 200 heridos, en su mayoría por armas de fuego.
El desdén con el que se suele mirar desde Lima los eventos fuera de la capital, especialmente en zonas incomprendidas como la Amazonía, explicó que se enfrentara la toma de la Curva del Diablo con los mismos criterios con se actuaría en una manifestación en la Av. Abancay, a pocas cuadras del Congreso.
El gobierno del presidente Alan García mintió entonces sobre los requisitos del TLC, actuó con negligencia, respondió con indolencia y exhibió una arrogancia inaceptable, pensando solo en una ‘modernidad’ que no tiene el menor respeto por los valores y tradiciones locales, que sí se reclaman, en cambio, en la capital, cuando una obra puede afectar el parque del barrio o un muelle puede malograr el paisaje del balneario vacacional.
Es el mismo desdén que explica la manera como se está llevando el proceso judicial sobre la tragedia de Bagua, tarde, mal, sin traductores al inicio ni facilidades logísticas para el traslado de los implicados.
¿Se ha aprendido de esta tragedia? No. Tiene razón la congresista Marisol Pérez Tello cuando sostiene que, si las cosas hoy volvieran a pasar, sucederían igual que entonces.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Share

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More